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Post-scriptum de los Medios (parte I)

El filósofo francés Gilles Deleuze escribió en mayo de 1990 un breve artículo titulado Post-scriptum sobre las sociedades de control  que a pesar de los años alcanza a convertirse en profecía.

Post scriptum es una locución latina que significa «después de lo escrito». Usualmente se emplea para amplificar algo posterior a un texto cuando este ya ha sido dado por concluido.
Deleuze caracterizó a nuestra época contemporánea como el paso de las sociedades disciplinarias, a las sociedades de control.

Las primeras nacen en el siglo XVIII, dejando atrás a las sociedades de soberanía, y duran hasta la primera mitad del siglo XX, momento en que empieza a emerger una nueva forma de sociedad, que, paulatinamente, va dejando atrás la disciplina como forma de organización social en favor del control.

Otro filósofo francés, Michel Foucault situó las sociedades disciplinarias en un espacio donde operan mediante la organización de grandes centros de encierro. El individuo pasa sucesivamente de un círculo cerrado a otro, cada uno con sus propias leyes: primero la familia, después la escuela, después puede ser  el cuartel, a continuación la fábrica, cada cierto tiempo el hospital, y a veces la cárcel, el centro de encierro por excelencia.

Foucault ha analizado a la perfección el proyecto ideal de los centros de encierro, especialmente visible en las fábricas: concentrar, repartir en el espacio, ordenar en el tiempo, componer en el espacio-tiempo una fuerza productiva cuyo efecto debe superar la suma de las fuerzas componentes. Pero Foucault conocía también la escasa duración de este modelo: fue el sucesor de las sociedades de soberanía, cuyos fines y funciones eran completamente distintos: gravar la producción más que organizarla, decidir la muerte más que administrar la vida; la transición fue progresiva.

Napoleón parece ser quien realizó la transformación de una sociedad en otra. Pero, también las disciplinas entraron en crisis en provecho de nuevas fuerzas que iban produciendo lentamente, y que se precipitaron después de la segunda guerra mundial: las sociedades disciplinarias son nuestro pasado inmediato, lo que estamos dejando de ser.
Los encierros son moldes. El individuo  asumió las normas de los diferentes centros, y de esa manera, por asimilación de patrones de conducta aceptables, la sociedad se organizaba y funcionaba.

Sin embargo, hoy en día ha dejado de creerse que la disciplina de cada individuo sea suficiente para la organización de la sociedad. La nueva fuerza que entra en escena es el control, no la disciplina. En las sociedades de control el individuo deja de ser moldeado para ser modulado.

El sujeto sometido a la modulación es un sujeto en proceso, cambiante, de modalidad líquida: que nunca acaba de ser nada completamente. Puesto que no está disciplinado, no es nada fijo, no tiene normas asimiladas: en todo cambia continuamente, y el entorno, reflejo de esa falta de disciplina, cambia con él.

La sociedad de control se ejerce fluidamente en espacios abiertos, en forma desterritorializada, mediante el consumo, ya sea de  psico-fármacos, el consumo televisivo, las redes sociales, las redes de información, la lógica de la exclusión, los algoritmos, el marketing, el endeudamiento privado, la frustración perenne,  entre otras modalidades.

Las fábricas son reemplazadas por las empresas, que son formaciones dúctiles, amoldables y cambiantes, las máquinas simples por sistemas computarizados de producción y control.
La individualidad es sustituida por “divuales” externos, informatizados e informatizables,  que se desplazan en un espacio virtual.

Durante el 2017 el gasto en servicios de telecomunicaciones y TV paga, a nivel global, totalizó 1,6 billones de dólares. La región que más ingresos obtuvo es la americana, con un total de 632.000 millones de dólares, seguido por Asia Pacifico con un 537.000 millones de dólares.

Vamos a avanzar sobre cómo se articulan estos temas y como afectan nuestra vida cotidiana.

 

Contacto: Claudio.Alvarez@UAI.edu.ar